Y de repente, empezamos a volver a tener guerras. Cada vez con más crueldad: destruir ciudades enteras, actos más sangrientos. A la vez, desviarnos de la moralidad: hacer más daño al prójimo, hacer más daño a la naturaleza. Y a tener más desastres naturales. Todos los sufrimientos se acumulan... y llega en fin del mundo.
Despierto. No hay nada alrededor. Todo es luz blanca. Estoy como empezé mis dias en la tierra, como antes de nacer: sin nada. No tengo cuerpo... pero me lo imagino. No razono porque un razonamiento requiere tiempo, y no existe el tiempo. Carezco de pensamiento temporal y todo lo que conlleva tenerlo: las dudas, el cuerpo humano, el movimiento. Pero tengo alma, un alma que ha evolucionado aprendiendo en el universo. Se ha alimentado del amor y del odio de los demás. El odio ya lo purgaré... el amor es lo que queda.
¿Y cuanto amor tengo dentro de mi? El que me han dado los demás. Eso es la base de mi alma y mejorada por los demás. Y entonces aparecen más almas: a las que he dado el amor. Y eso es lo que me hace sentir qué he hecho durante mi existencia temporal.
El amor que he dejado en los demás es lo que me queda. Recuerdo las bienaventuranzas: lo que nos aporta a nuestra alma el amor supremo. "
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados". Porque el amor sobre la tierra puede resultar doloroso, y ese dolor hace surgir nuestro amor interno, que nadie conoce excepto Él.
Nuestra existencia, una vez acabada la temporal no es un cambio radical: es una elección. Hemos vivido una vida para encontrar lo que nosotros queremos del amor. Y una vez finalizada, esa ha sido nuestra elección. Es lo que acabamos pensando al final, es lo que en realidad hemos conseguido amar.
Esto no es una reflexión pesimista, es optimista: nuestro amor se recompensa con el que hemos dado a los demás, a Dios y a tí mismo. Tres estados del amor, que resultan el mismo, pues al final mi alma se compone de trocitos de la de los demás.
Y entonces podré querer a todo el mundo, mucho más de lo imaginable por mi pequeña mente temporal.
Bienaventuranzas*
Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: El AMOR lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia El, el único que lo puede satisfacer. Nos enseñan el fin último al que el AMOR nos llama: el Reino, la visión del AMOR, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en el AMOR. También nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar sobre todas las cosas.
• Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos (donde sólo,y lo es todo, se ama).
• Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. (un manso hace las cosas con bien y suavemente, con amor a los demás, y la herencia de la tierra es el amor)
• Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (Alguien que llora sufre por un amor: hacia él, hacia los demás o hacia Dios. Hacia él porque no consigue encontrar el amor, pero lo intenta. Hacia los demás, porque desea quererlos. Hacia Dios porque se es consciente que se hizo algo que no era amor, y se arrepiente.)
• Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Por recuperar la dignidad de lo que se hizo con amor)
• Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (Misericorda es poner el amor por encima de todo, sabiendo que el otro, a pesar de equivocarse, buscaba amor)
• Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (El amor... ve al amor)
• Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Los que buscan la paz son los que quieren hacer ver a los demás que es el amor lo que realmente necesitamos).
• Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. (cuando alguien es perseguido por amar es el mayor de los héroes, pues no se deja llevar por el "dejar" de amar)
• Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
[1] Cf. CEC, 1716; 1718; 1726; cf. Mateo 5,3-12.
*He cambiado todo lo que dice Dios por Amor, para centrarme en el hecho de que Dios es Amor más que "religión".
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